Palomas negras: cuando los buenos son demasiado aburridos…
Y los villanos son quienes realmente importan.
¿Por qué siempre nos atraen tanto las historias de los villanos? Esos personajes que, de una forma u otra, se roban el show cada vez que aparecen. Piensen en Star Wars: el héroe es Luke Skywalker, sí, pero ¿quién se quedó en la memoria colectiva? Vader, claro. Lo mismo con House of Cards: sabíamos que Frank Underwood era un tipo terrible, pero, aun así —y que tire la primera piedra quien no lo hizo—, lo seguimos hasta el final, esperando que siempre se saliera con la suya.
Y si nos vamos más atrás, ¿acaso no deseábamos que Michael Corleone pudiera salir airoso de sus enredos, aunque sabíamos que su camino estaba empapado en sangre?
Frank, Michael, Vader… todos tienen algo en común: son personajes que no buscan aprobación ni redención. Hombres terribles, sí, que chantajean, manipulan, asesinan. Pero ahí estamos nosotros, acompañándolos como si se tratara de los buenos de la historia. ¿Por qué pasa esto? Quizá necesitemos otro ensayo para responderlo. Por ahora, aceptemos que es así. Porque Palomas negras, la serie de la que quiero hablarte hoy, entra justo en ese terreno: el de las historias donde los protagonistas no son héroes… pero igual queremos que ganen. Y es por eso por lo que funciona.
Helen, Sam y la venganza como brújula
En la serie, Helen es espía, esposa de un político y agente al servicio de una organización tan enigmática como peligrosa. Hasta aquí, ya promete. Pero lo interesante comienza tras el asesinato de su amante. A partir de ese momento, Helen se une a Sam —un viejo amigo con más pasado del que quisiera recordar— para encontrar respuestas y ejecutar su venganza.
Y con eso ya sabes más o menos por dónde va la serie: intrigas, manipulaciones, asesinatos selectivos y secretos ocultos tras otros secretos. Todo para que Helen logre su objetivo, cueste lo que cueste.
Hay una frase que circula por redes asociada a su ser amado: el héroe le sacrificaría para salvar al mundo; el villano sacrificaría al mundo por salvarle. Bueno, Helen no es ninguna heroína. Es una mujer decidida, inteligente, entrenada… y que arriesgará todo —todo— por saldar su cuenta. Y eso, nos guste o no, es profundamente humano, y es por eso que el espectador empatiza con su causa.
Sam, por su parte, se mueve por otras pasiones. Su conflicto es más íntimo: la lealtad hacia Helen choca con el deseo de proteger a Michael, el gran amor de su vida. No porque ella esté en contra de él, simplemente porque no puede proteger a ambos y ese es su conflicto central.
Es irónico, Sam, a pesar de ser un asesino a sueldo, es el personaje que se acerca más al rol de héroe… aunque no termine de calzar en ese molde. Carga con culpas, duda, se tropieza, busca proteger. Es el más humano de todos.
Una amistad sin romance (y eso se agradece)
Lo que más me gustó de esta dupla es que no hay tensión sexual de por medio. No hay “beso en medio del tiroteo”, ni ese viejo recurso del “después de salvar al mundo, nos amamos”. Helen y Sam tienen algo más difícil de encontrar en la ficción actual: una amistad profunda, sin romanticismo, sin subtexto. Y eso se siente honesto. Real. Porque no todo en la vida es el amor apasionado, aunque hayamos crecido mirando telenovelas que digan lo contrario.
Todos contra todos
Los personajes secundarios no se quedan atrás. Cada uno tiene una agenda. Todos esconden algo. Algunos más que otros, pero en general, en la serie nadie actúa por altruismo: todo es conveniencia, cálculo, supervivencia. Por eso hablar de antagonistas en esta serie es complicado. Aquí no hay un “malo” claro: solo enemigos temporales que pueden convertirse en aliados si la situación lo amerita. La traición es parte del paisaje. Y uno, como espectador, se adapta rápido a la lógica del juego: aquí no gana el que tiene razón, sino el que resiste más tiempo.
El tono: entre disparos, silencios y humor negro
Más allá de lo que cuenta, Palomas negras sabe cómo contarlo. La serie juega con escenas de acción llamativas, diálogos intensos y momentos emocionales que no escatiman en dramatismo. Pero lo que realmente destaca es su humor: una dosis justa de humor negro, muy inglés, que funciona como alivio sin romper la tensión. No se siente fuera de lugar porque los personajes —acostumbrados a la violencia como parte de su rutina— reaccionan con una frialdad que, lejos de traicionar la historia, la complementa. No es que hagan chistes todo el tiempo, es que han aprendido a sobrevivir sin sobresaltarse. Y eso, de alguna forma retorcida, también los humaniza.
Lo bueno, lo forzado y lo perdonable
No voy a vender esta serie como la gran joya oculta de Netflix. No lo es. Palomas negras no busca trascender. No quiere cambiar el panorama televisivo ni dejar una huella profunda. Quiere entretener sin necesidad de prometer más de lo que puede dar. Y eso —aunque suene poco— se agradece.
No ha generado el revuelo de otras grandes producciones y probablemente no ganará premios. Pero es disfrutable. Tiene ritmo, tiene giros interesantes, y en general, sabe mantenerte enganchado.
¿Tiene fallas? Sí. Algunas resoluciones parecen armadas a último minuto, con la única intención de dejar un final abierto que justifique una segunda temporada. Y Helen y Sam, por momentos, rozan lo improbable: son hábiles en todo, apenas cometen errores y, cuando lo hacen, la trama se acomoda para no castigarlos. ¿Mary Sue y Gary Stu? Por supuesto que sí. Pero dentro del tono de la serie, uno se lo perdona.
Pero a diferencia de otras ficciones que se ahogan en su propia ambición, esta serie nunca prometió realismo, aunque es verosímil en las reglas de juego que planteó. Lo que sí nos prometió fue intriga, ritmo, personajes rotos… y eso lo cumple.
¿Vale la pena?
Sí, si lo tuyo son las historias donde nadie se salva del todo. Donde la traición no necesita discurso, y la amistad existe sin adornos. Palomas negras es una ficción que no necesita héroes para atraparte. Porque hay veces en que los buenos no importan, y los villanos —al menos por una temporada— merecen que los acompañemos hasta el final.
¿Tú también tiendes a seguir al villano hasta el final? ¿Viste Palomas negras? ¿Te atrapó o la soltaste? Te leo.
Aún no he visto la Serie pero me enganchó tu descripción. Los villanos son los que más se parecen a los seres humanos que somos.
Muy interesante 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?