La serie Dept. Q se mueve entre el thriller, el policial clásico y el misterio con toques de noir. Pero más allá de las etiquetas, la pregunta es: ¿tiene los ingredientes de un policial moderno? Vamos a ver:
Un policía sumamente inteligente y perceptivo ✅
Ese mismo policía es insufrible, torpe en lo interpersonal y con un talento casi sobrenatural para ser ofensivo ✅
No puede seguir reglas. Las ignora y se burla de quienes lo hacen (o lo intentan) ✅
Carga con un trauma profundo, físico o emocional (a veces ambos) ✅
Tiene un superior que le cuesta controlarlo, pero no lo despide porque “es brillante” ✅
Cuenta con un amigo leal que actúa como puente entre él y el resto del mundo ✅
Lidera a un grupo de inadaptados que lo siguen y admiran ✅
Sí. Tiene todo. Podríamos estar hablando de Luther, The Sinner, Harrow… donde el protagonista más que un policía es una especie de justiciero. Les confieso algo: a pesar de los referentes naturales y obvios, el detective Carl Morck me pareció una versión europea de Gregory House.
Viejas fórmulas, nuevos personajes
Siempre recuerdo aquella clase de guion donde se decía que Alien se vendió con la mejor frase de pitch de la historia:
“Es Tiburón… pero en el espacio.”
No me sorprendería si alguien vendió Dept. Q con:
“Es House MD, pero con placa y permiso para golpear gente.”
Porque como House, Morck no busca agradar: busca respuestas. Y si en el camino tiene que arrastrar a otros, incomodar o romper reglas, lo hará. Ambos personajes encarnan la misma figura: el genio maldito que ve lo que los demás no, pero que paga un precio alto por ello. Dept. Q toma ese molde conocido, le cambia el contexto y le inyecta misterio y crimen. El resultado es una mezcla que, aunque no es nueva, sigue funcionando. Porque cuando una fórmula está bien escrita, no importa cuántas veces se use, sino cómo se cuente.
Los casos fríos… y los personajes que no encajan
La serie Dept. Q sigue a detectives que investigan casos fríos o sin resolver, mientras se enfrentan al dolor y las secuelas que esas historias dejaron en las víctimas y sus entornos.
Carl Morck, el protagonista, regresa de una larga convalecencia tras un ataque en el que él y su compañero, James Hardy, fueron víctimas de un tirador desconocido. Debido a su actitud conflictiva, es relegado como único miembro de una nueva unidad dedicada a casos sin resolver. Literal y simbólicamente, lo envían al sótano de la estación. (Como a Mulder en Expedientes Secretos X, pero sin lo cool de los alienígenas.)
Allí comienza a formarse el equipo que lo acompañará en las investigaciones: otros inadaptados, invisibles para todos… menos para él:
Akram Salim: migrante sirio, sereno, observador. Habla poco, pero siempre dice lo justo. No solo es perspicaz, también tiene habilidades de combate que imponen respeto. Un claro homenaje al Watson de Holmes, pero con un pasado más oscuro y sin ingenuidad.
Rose Dickson: agente inestable e infravalorada, que a lo largo de la serie se gana el respeto de todos —y también el nuestro—. Es alivio cómico sin caer en caricatura: no nos reímos de ella, sino con ella.
James Hardy: antiguo compañero de Morck, hoy convaleciente. Representa la culpa viviente del protagonista, pero también es su brújula moral. El ancla que lo mantiene (más o menos) dentro del cuerpo policial.
Este equipo se enfrenta a un caso que no solo busca justicia, sino también reparar la credibilidad de toda la institución.
Un caso que no ves venir
No voy a contarte quién es la víctima —sería arruinarte una de las mejores partes—, pero puedo decirte esto: la historia toma recursos clásicos, los retuerce, y te sorprende.
La forma en que se presentan las pistas y se conectan los cabos… convence. Y eso, en este género, vale mucho. Aunque la resolución no sea revolucionaria, deja satisfecho al espectador porque todo encaja: cada detalle fue sembrado desde el primer capítulo y recogido al final. Como en toda buena serie del género, hay pistas falsas, giros, callejones sin salida y esa gratificante sensación de que todo tenía sentido… solo que no lo viste a tiempo.
Y sí, tal vez adivines al culpable antes del cierre. Pero no importa.
Lo importante no es solo el “quién”, sino el “cómo” y, sobre todo, el “por qué”.
La otra investigación: Morck vs. su propio pasado
En paralelo, seguimos el caso que dejó a Morck con traumas físicos y emocionales. Una herida sin cerrar que lo persigue —y que lo empuja a actuar más con rabia que con método—. Aunque oficialmente no es su caso, interviene señalando errores, marcando pistas que el equipo ha pasado por alto y dejando claro, a su manera, cuán torpes han sido. No desobedece órdenes, pero sí cruza límites: incomoda, irrumpe, impone su criterio… y por supuesto, siempre tiene la razón.
En ese ambiente de trabajo tan sano y colaborativo, también está su relación con la capitana Moira Jacobson, su superiora. Ella intenta controlarlo. Él no se deja controlar. Lo que debería ser una pesadilla jerárquica se convierte en una relación de tensión, respeto y extraña lealtad. Un buen duelo entre estructura y libertad. Silencioso, pero efectivo.
Pero no todo es la investigación
La serie también se toma el tiempo de mostrar las grietas personales de Morck:
Su relación fallida con un hijastro adolescente que no lo respeta (pero sí lo necesita).
Su convivencia con Martin Flemming, un inquilino insoportable pero entrañable.
Sus sesiones con la terapeuta Rachel Irving —tan poco convencional como necesaria— son reveladoras, porque con alguien como Morck, solo alguien igual de excéntrica puede lograr que escuche.
¿Vale la pena?
Dept. Q tiene todo para ser una serie entretenida, bien construida, sin pretensiones, pero con momentos brillantes.
No es una serie que se recordará dentro de veinte años… Pero sí puede ser la que veas con gusto durante varias noches, antes de dormir. Y a veces, eso basta.
Aunque queda la pregunta: ¿Por qué seguimos eligiendo antihéroes que, en la vida real, no soportaríamos? ¿Será que en el fondo admiramos a quien es capaz de romper las reglas… y salirse con la suya?
¿Ya la viste?
¿También pensaste en House después del segundo capítulo?
Te leo.
no la he visto, pero después de leerte la puse en mi lista, Gracias.