Suelo lavar los trastes escuchando ficciones sonoras. Estoy seguro de que muchos coincidirán conmigo en que hay que buscar la manera de hacer más llevadera esa actividad tan ingrata. Mientras Agatha Christie planeaba asesinatos durante esta tarea, yo prefiero escuchar audiolibros y ficciones sonoras. Eso sí, siempre elijo historias ligeras. ¿Se imaginan escuchar Crimen y castigo mientras restriegas los platos? En ocasiones, incluso escucho malas historias, y lo hago a propósito.
¿Por qué? Hace algún tiempo leí una cita atribuida a Alan Moore que decía algo así como que no solo hay que leer grandes historias, sino también las malas, porque es necesario aprender todo lo que no se debe hacer para no repetirlo en los textos propios. No estoy seguro de si Moore realmente lo dijo —hay muchos fake quotes en Internet—, pero el consejo me pareció valioso. Así fue como llegué a Alas de sangre, el primer libro de la trilogía de Rebecca Yarros, un éxito de ventas mundial.
Oír (y Sufrir) un Éxito Editorial: Alas de Sangre
Lo primero que debo admitir es que no soy el público objetivo de esta historia. A mis 44 años, las tramas de amor y aventuras adolescentes no están diseñadas para conectar conmigo. Sin embargo, eso no me impidió acercarme a la novela sin prejuicios y con la mente abierta.
¿Qué puedo decir de Alas de sangre? Su narrativa es predecible: desde el primer minuto tienes una idea clara de todo lo que va a ocurrir. Los personajes son planos, los diálogos pobres, los giros argumentales obvios, las escenas de sexo innecesariamente explícitas y las de combate están llenas de clichés. En resumen, terminé el libro sin ningún interés en continuar con el resto de la trilogía.
Lo que más me llamó la atención es que, a pesar de sus deficiencias, este libro ha cosechado un éxito arrollador: más de cinco millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y un lugar destacado en la lista de libros de ficción más vendidos de The New York Times desde su publicación. Sin embargo, es también el tipo de historia más cuestionado por los críticos y utilizado como ejemplo de lo que no se debe hacer en talleres de escritura creativa. De hecho, hace poco me encontré con un video de una editora que enseñaba cómo escribir buenos diálogos, usando Alas de sangre como modelo de lo que hay que evitar.
El Gran Dilema: ¿Arte o Mercado?
Esto me lleva a una reflexión más amplia. En cualquier curso, diplomado o maestría de escritura, ya sea literaria o de guiones, se enseñan técnicas y consejos para crear buenas historias: tridimensionalidad de los personajes, conflictos, motivaciones, tramas internas y externas, etc. Se citan autores como Lajos Egri, Linda Seger, Blake Snyder, entre otros. Entonces, ¿por qué el público consume masivamente historias como Alas de sangre? ¿Por qué son un éxito?
Este fenómeno no es exclusivo de la literatura. En el cine, por ejemplo, sagas como Fast and Furious —que parece interminable y cada vez más absurda— siguen llenando salas de cine, mientras que el cine de autor lucha por encontrar audiencia. El público, a pesar de que se nos diga lo contrario, sigue consumiendo las historias de siempre: narrativas y personajes que ya conoce. Se cumple la famosa frase de las casas de producción cinematográfica: “Dame lo mismo, pero diferente”. Aunque, siendo sinceros, tampoco lo quieren muy diferente. Vivimos en la era del spin-off, de la precuela, de la secuela y del reboot, todo bajo la etiqueta “del universo de…”. Es decir, lo mismo.
El Dilema del Creador: Conectar vs. Transcender
Esto me lleva a la pregunta que realmente me motiva a escribir estas líneas: ¿estamos los creadores haciendo historias que conecten con el público?
Muchos escritores encuentran consuelo en frases como “Escribe para que te recuerden” o en la idea de que autores como Kafka solo recibieron reconocimiento después de su muerte. Pero ¿es ese el camino? ¿Ser tan grandioso que estás adelantado a tu tiempo y pocos entienden tu obra? Será que, en la búsqueda por ser originales, revolucionarios o trascendentales, a menudo se olvida que el verdadero fin de un libro es conectar con el lector.
Esto no significa que debamos crear obras llanas o vacías, pero tal vez es momento de bajar del topus uranus y entender que, si queremos ser leídos —y por qué no, vivir de nuestro trabajo—, no basta con ser sinceros y auténticos en nuestros textos. También debemos escuchar a los lectores. Esto no implica producir obras por encargo del mercado, pero sí cultivar algo de humildad en nuestros egos. A veces, el público nos dice lo que quiere, y nosotros, convencidos de que estamos creando la obra que cambiará la humanidad, no lo escuchamos.
BookTok: ¿Nueva brújula literaria o jaula de tendencias?
Pero este apartado también hay que analizarlo con sumo cuidado, porque en ocasiones la dictadura del público es brutal. Por ejemplo, la comunidad BookTok, que tiene su espacio en TikTok, recientemente hizo tendencia la preferencia de muchos de sus seguidores por narrativas en primera persona, considerándolas más cercanas, y rechazando los libros escritos en tercera persona. Cualquiera diría que esto no es de mayor importancia, pero dada la penetración que tiene TikTok en la población, en particular entre los más jóvenes, podemos entender las tendencias que se crean y las nuevas exigencias de los lectores.
Al ver este panorama, debemos pensar en algo: el ejercicio creativo, salvo en las ficciones que hemos visto en el cine durante años, no es totalmente libre. ¿Por qué? Cuando alguien pone dinero para promover algo, tiene exigencias, ya sean estéticas, políticas o económicas. Una cosa es escribir lo que desees, y otra muy distinta es que alguien invierta dinero para publicarlo o para comprar un ejemplar.
Incluso, suponiendo que tu trabajo esté liberado y no cobres ni un céntimo por su consumo, el lector usará tiempo para disfrutar tu historia. Y con tanta oferta de contenidos, incluso gratuitos, los lectores no suelen invertir tiempo en una historia que no los atrape a la primera. Hay que tener en cuenta que, en redes sociales, a un usuario le toma menos de tres segundos decidir si algo le interesa antes de perderse en el scroll infinito de ofertas de contenidos. ¿Entonces, qué te hace pensar que, si no captas su atención en un golpe de vista, te va a dedicar más tiempo?
Mecenas vs. Libertad Creativa: ¿Es Posible el Equilibrio?
En este punto, bien valdría recordar a los artistas del Barroco. Por un lado, estaban los que vivían en las cortes, consentidos con toda clase de lujos por sus mecenas, pero debían someter su producción a lo que estos deseaban —obras religiosas, por ejemplo—. Por otro lado, estaban aquellos que eran libres de crear todo aquello que quisieran, pero con situaciones económicas precarias, porque pocos podían permitirse pagar por obras de arte.
¿Entonces, la opción es vivir subyugado ante los mecenas o morir de hambre? Creo que tal vez he sido un poco extremo al plantear la situación a través de una dicotomía, pero sí hay que entender que, si queremos monetizar el ejercicio creativo, hay que saber jugar con las exigencias del mercado, ya sea una editorial o un consumidor directo.
Siempre hay reglas y condiciones que satisfacer, pero es allí donde puede jugar la creatividad: saber cómo estirar o doblar esas reglas, cómo jugar con el discurso y el metadiscurso, con historias que, en un primer nivel, se ciñan a contar la anécdota, mientras que en un nivel más profundo planteen problemáticas y conflictos dignos de ser contados. Claro, y reitero, si quieres en algún momento poder vivir de tu arte y, a la vez, disfrutar de la creación.
Conclusión: Cuando el Éxito y la Calidad No Son Enemigos
En este punto, recuerdo una conversación que tuve con una profesora de historia del cine. En aquel momento, le confesé que, aunque me gustaba el cine de autor, también disfrutaba del cine comercial —algo mal visto en mi escuela, donde el discurso dominante era que el cine solo debía ser una experiencia humana trascendente—. Ella me respondió:
“No te preocupes. Solo existen dos tipos de cine: el bueno y el malo. Todo lo demás es paja”.
¿Y tú? ¿Dónde trazas la línea entre arte y mercado?
Muy bueno 😃. Lo incluimos en el diario 📰 de Substack en español?